2/2/10

Protocine y escándalo.

Ahora que en clase estoy dando cosas de protocine y experiencias mudas os traigo una película producida por el inventor capitalista Edisson.

The Kiss (1900); de director desconocido. La película esta enmarcada en los principios del cine mudo: microrelatos reales con actores desconocidos. Lo curioso de la pequeña pieza que podeis ver ahora es que supuso una revolución para su época, provocando serias discusiones entre el sector del entretenimiento. Las capacidades perversas de este emergente producto quedaron en entredicho. El cine estuvo a punto de ser completamente eliminado del sistema ocioso norteamericano.

Con vosotros, El Beso.

1/2/10

mi carretera

Un padre y su hijo caminan por la carretera, hacia el sur, hacia donde queda calor, hacia ninguna parte.

Cada cierto tiempo me encapricho y me obsesiono con algún autor, película, libro, persona, grupo musical y demás. La Carretera se convirtió en la obra magna durante un par de meses, la leí en dos semanas y empecé a investigar un poquito sobre el invisible Cormac McCarthy. Todo lo que le rodeaba era misticismo, elegancia y ausencia de datos y entrevistas. No sé a quién, pero ese aura de rareza siempre me llama la atención. Es como un imán ya de por sí, al que con suerte añadí el descubrimiento de tan desgarradora novela. De ahí la mezcla de extrañeza y emoción que me encadenó al libro desde el principio.

El apocalipsis es casi un género de la reinvención cinemática y narrativa postmodernista, pienso yo. La cantidad de películas y relatos que giran en torno a la destrucción del mundo conocido (siempre desde el punto de vista occidental) toma todas las variantes posibles; desde el cutre y explosivo Roland Emerich con sus edificios emblemáticos, a las zombiemovies.

Con ello, y desde mi corto repertorio de encuentros con dicho material, habría de señalar películas como 28 Días Después (con su muy notable secuela); series como Jericho, que no fueron a parar a buen lugar, y libros como The Stand (titulado en Español como La Danza de la Muerte y Apocalipsis). Todos estos relatos, y en el especial el libro escrito por Stephen King, forman un esquema perfecto de un futuro destruido y la regeneración/extinción de un serie de personas insignificantes y únicas para un mundo que se resquebraja y primitiviza.

No obstante y con todo ello como precedente, La Carretera da una nueva vuelta de tuerca a todo el género creando un microcosmos dentro de un mundo gigantesco y gris, donde la existencia es subsistencia y las emociones humanas un leve pálpito tras una montaña de cadáveres, humo, escombros y ceniza. Muchísima ceniza.

Dentro de unos días se estrenará en cines la adaptación del libro, a cargo de un tal Jonh Hillcoat (al que ya no olvidaré). Si ya escribí sobre el estreno pendiente, ahora y después de ver la película solo quiero hacer un llamamiento generalizado a favor de la misma. La adaptación cinematográfica reconstruye perfectamente todo el empuje y particular estilo narrativo que tiene el peculiar desarrollo del libro.

Las actuaciones de los dos protagonistas sobrecogen, y las intervenciones puntuales del resto del reparto están igualmente a la altura. El relato está un poco alargado -la obra en sí es corta- con la presencia de la mujer, pero a falta de descompensar, hace la historia más fría y solitaria.

Toda una recomendación sean cuales sean tus expectativas. Libro y película.