Si bien ambas películas hablan de un sólido paralelismo entre mundo real y sueños donde construir una historia que salte de uno a otro lugar jugando con las posibilidades de ambos, la solución y conclusión es en primera instancia utilizar un mundo para el bienestar en el otro. Creo que sobran los ejemplos de la trama en Elm Street y Matrix, espero que os hayáis hecho la idea.
Del mismo modo Inception usa y explora la posible dualidad de la existencia en el mundo terrenal y el del sueño, esquivando de forma elegante bastantes interpretaciones baratas de teología cristiana. Los sueños son una realidad explorable y tangible, un lugar donde interactuar con el individuo. La compra y sustracción de información a través de los sueños es el trabajo de Cobb (Leonardo DiCaprio) y su equipo. El verdadero argumento sin embargo es una extraña operación inversa a la que llaman Inception, consistente en implantar una idea en vez de robarla. Saito (Watanabe) es el empresario que financia y contrata al equipo para esta compleja operación en que el pasado de Cobb y su difunta esposa se mezclan.
El guión esta perfectamente estructurado, como un puzle entretenido donde cada nueva pieza hace más atractivo el todo que está conformando, Chris Nolan ha sabido de nuevo construir una película grandiosa, atractiva para el gran público (aderezada por supuesto con unos correctos y puntuales efectos visuales que no atiborran la historia pero tampoco la desmerecen) y donde se esconde un producto íntimamente personal y atípico, un verdadero auteur que se mueve como pez en el agua en la ciencia ficción.
El director de Memento ha sabido capitanear un reparto equilibrado casi en su justa proporción, inclinando la balanza hacia el papel de Cobb y alternando la trama de su mujer con la implantación de la idea. Merecen la pena ser nombrados Joseph Gordon, como el segundo de Cobb, Arthur. Un papel pequeño pero increíblemente bien dibujado, carismático y elegante, la secuencia en el hotel siendo él el soñador de la escena condensa el mejor momento de acción de toda la película. Una gozada visual -ejemplo de cómo pueden utilizarse los efectos especiales para algo más que mover Transformers- muestra del gran equipo técnico que conforma la película.
Una gran pieza, señal de que el cine sigue vivo más allá de las secuelas, precuelas, remakes y reebots. No hay que olvidar que Nolan bebe de la ficción postmodernista, de Philip K. Dick y otras fábulas contemporáneas como Ghost in the Shell, el mérito reside en saber utilizar el conocimiento y dosificar lo intelectual para entretener, conmover y formar al espectador.
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