10/6/09

"Sabes que te quiero, Coraline"

Hacía tiempo que no disfrutaba de una manera tan primitiva e infantil de una película como hace una par de horas lo hiciera con Los Mundos de Coraline, de Henry Sellick.

Había estado informándome sobre la peli de forma activa desde que cayó en mis manos la novela gráfica "Coraline"; cumbre como obra literaria juvenil de terror del escritor Neil Gaiman . Al terminar de leer la historia empecé a interesarme por la inminente adaptación que estaba creando Selick. El director por fin podía trabajar en su proyecto original, tras varias trifulcas con productoras y problemas en cuanto a los derechos de autor (las mayors optaban por una película tradicional con actores). Fue la compañía Focus Features (división independiente de Universal) y Laika Animations las que dieron el visto bueno al realizador para crear esa obra desbordante de fantasía, rodada fotograma a fotograma con la técnica del stopmotion, que es la película que ahora tenemos en cine.

Coraline es hija de dos escritores que deciden mudarse a un caserón agreste, alejado de la ciudad. Allí la niña tendrá que arreglárselas para divertirse con un paraje ruinoso que hace las veces de jardín, un actor cirquense ruso en horas bajas y dos ancianas chifladas en antaño actrices de teatro. Sus padres -por supuesto- no tienen tiempo libre para divertimentos y atenciones (es notorio el hecho de que la trama utilice una cantidad abrumadura de tópicos en su argumento principal, que ya han tratado autores como R.L Stine, Terry Gilliam o algún telefilme de antena 3/sábados por la tarde, no obstante el desarrollo posterior es fresco y original). En esta espiral de aburrimiento la chica conocerá a un gato negro que merodea por la zona, un chico vecino de la zona y la presencia de una extraña puerta que le conducirá, bajo las circunstancias adecuadas, a un universo paralelo, donde su aburrida casa parece un palacete, sus padres la adoran y tiene todo lo que desea. Las apariencias terminan desgastándose para revelar una perversa realidad.

Pese a estos posibles tópicos que puedan resultar cansinos y repetitivos, la película es verdaderamente sorprendente. El stopmotion permite envolver los elementos del filme en una atmósfera única, donde los personajes absorven una profundidad asombrosa -las faciones y gestos adecuados a la personalidad de cada, así como una naturalidad excelente-. La música, con temas que recuerdan al cine de terror gótico, vampiresco, deja pasmado al espectador en la primera media hora de visionado, donde se nos presenta el ambiente de la película, encantador, misterioso y al mismo tiempo inquietante. Así como en el final de la misma, más caótico y tenebroso de lo que cabría esperar si hablamos de cine para niños.
El desarollo de la historia es brillante, Henry Selick sabe tomar los elementos del libro y adaptarlos al lenguaje cinematográfico. Hila y construye nuevas escenas que engrandecen la obra ya creada por Gaiman. Los juegos visuales del stopmotion conforman un espectáculo compositivo visual imposible de conseguir con actores reales y efectos de ordenador a base de cromas -pantallas verdes con efectos digitales insertados-. El equipo de animadores que ya acompañaron al director en la sobrevalorada "La Pesadilla antes de Navidad" y "James y el melocotón gigante" equilibra la balanza técnica a la artística. Si a ellos sumamos la posibilidad de verla en cines 3D con tecnología IMAX, estamos ante el perfecto espectáculo alternativo.

2 comentarios:

Elena dijo...

al final tendre que ir a verla

Skors dijo...

creo que me uniré a ti eleniña....