2/11/09

This was it

This is it es lo que algunos llaman concert movie y otros documental; una hora y media que resume las casi cien grabadas durante los ensayos de febrero a junio del pasado año en el Staples Center de Los Angeles. Ensayos que gestaban el megaproyecto de Michael Jackson para el pasado verano, hacer cincuenta conciertos en el estadio O2 Arena de Londres.

Había decidido probar suerte en Europa para cerrar su carrera musical definitivamente, limpiar un poco su imagen y amasar un importante dinero que solventase sus deudas. Ya que la muerte le alcanzó primero, esta ambiciosa propuesta quedó enterrada con él y el batacazo económico que supuso para él y sus productores fue brutal. A pesar de que las ventas de discos, libros, calendarios y demás han subido como la espuma tras la muerte del ídolo, Kenny Ortega (director de la vomitiva trilogía High School Musical), coreógrafo jefe y ayudante de escena personal de Michael Jackson mantuvo conversaciones con Sony desde el pasado agosto para crear una película que se acercase lo máximo posible a lo que los fans iban a ver en el O2. Anunciada hace casi dos meses, y tras romper con los records de reserva, la semana pasada This is it vió la luz.

Al haber entrado en fase de preproducción directamente, no se grabó nada adicional al material que ya tenían y, según se anuncia al comienzo del filme, todo lo que vemos iba a ser parte de la videoteca personal de Jackson. El montaje está estructurado a modo de concierto; se nos presenta al equipo (todos muy emocionados por trabajar con Michael) y luego ensayos de unas doce canciones, mostrando la preparación artística del equipo técnico/creativo, escenario y la canción en sí.

Con ello, aparte de disfrutar de las canciones más famosas del rey del pop (no las mejores) podemos deducir lo costosísimo de estos conciertos: nunca hay menos de cien personas implicadas en el momento del ensayo, y todos están atentos al perfeccionismo de Michael. Cada canción implica una cantidad de externalidades asombrosa: proyecciones en 3D, escenarios desmontables y cambiantes, irrupción de vehículos, casi cincuenta bailarines en escena -maquillados y ataviados según la temática de la canción-. Todo bajo la supervisión de un exigente Jackson que no duda en dar las órdenes precisas. Ya que el material está grabado con diferentes cámaras y mezcla fragmentos de la misma canción fruto de diferentes ensayos, el resultado técnico es bastante inferior a lo que estamos acostumbrados.

La sensación posterior es una mezcla entre lo espectacular del nonato concierto y la tristeza porque el controvertido artista está muerto.

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